Patriotismo sin nación

Obviando las situaciones favorables y desfavorables en el que se ve inmersa la República Mexicana (y no obviándolas por menosprecio sino porque es materia de otro asunto solo tangente a lo que aquí escribo) y en estos días de este mes en que tanta bandera de tres colores, porras y diatribas se anuncia por doquier, caigo en la cuenta como cada año, y acaso con más claridad, de lo poco mexicano que me siento. Empiezo por marcar ese punto porque hay que empezar de algún lado pero esto no significa la postura polar de 'conmigo o contra mí' que todo "banderero" tricolor o "malinchista" despechado insiste en defender a su modo que generalmente es desprestigiar al otro bando. A lo que me refiero es que no siento un orgullo particular al evento circunstancial de haber sido engendrado en una demarcación territorial artificiosa.
No soy patriota ni 'despatriota', digamos, mi desacuerdo no va a favor o en contra de la zona geográfica ni de la cultura en la que nací. Me alegran los logros de mis coetáneos pero su nacionalidad me es irrelevante: igualmente felicito los logros de mexicanos como de finlandeses, canadienses, congoleños, vietnamitas, neozelandeses o argentinos. El enriquecimiento cultural de cada nación o cada grupo de personas hacia el mundo me es igualmente valioso. Me causa pesar y una lejanía tristísima la sola idea de pensarme catalogado (por mí o por otros) como primero mexicano, orgullosamente mexicano o esgrimir argumentos del tipo 'México es el mejor país', 'México es el más rico en cultura/comida/historia', etc. Me gusta todo lo anterior (cultura, comida, historia, etc.) y más cosas aún pero nada tuve que ver con su forja y mi cariño es más por interés histórico y conocimiento más profundo que el de cualquier otro lugar del orbe dado que aquí he nacido.
México es un lugar, nación y estado muy especial y muy único como igualmente únicas son India o Australia y por mí está más que bien. Como dije, me entristece pensarme aislado en un país invento del hombre y encerrar al resto en un exterior falso. El traje que visto es de humano y, más importante aún para mí: de un ser vivo, un organismo más de este 'bioglobo' terráqueo. ¿Cómo sentirse separado de cada vida? Difícil. ¿Cómo sentirse más o menos que otro humano por una historia donde nada escribí o un terreno donde la pura casualidad tuvo a bien darme existencia? Prácticamente imposible. Claro que por 'casualidad' puede ponerse el nombre o abstracción que uno prefiera (Consciencia, Dios, evento kármico, etc.) y lo mismo da para mí.
Entonces: soy mexicano, sin duda, un mexicano idiosincráticamente poco común pero mexicano: nací, crecí y me forjé en este lugar, con estas personas algunas muy amables y muy alegres, otras bastante desagradables y violentas, como las hay en todo el planeta. Aprendí el español dialectal del centro del país (al que insisto podría dividirse en tres muy diferentes) y es un lenguaje que disfruto enormemente. Celebro el cuestionablisísimo evento histórico que llevó el rumbo de nuestra historia común hasta el día de hoy y lo hago con platillos tradicionales, colores representativos y un nulo interés por la vanagloria de las huestes militares y el trato arcaico a un administrador territorial como monarca aunque no demerito la relevancia del ejército; entiendo su papel, entiendo el despliegue pero no comparto la emoción del evento fuera de una apreciación estética e impresión visual.
Tampoco me mofo de quienes arden por nuestra cultura (es nuestra que aquí vivimos y crecimos algunos, otros la adoptan por cariño), su emoción y su identificación es suya y es buena mientras no se trate de someter, fastidiar o agredir otra cultura con la propia. No voy a seguir lo dictado por el Himno Nacional pero me sigue pareciendo emocionante aún después de tantos años escuchándolo. No me extirpo de mi nacionalidad sino del nacionalismo. No pretendo renegar de historia alguna (cosa imposible) ni condenar un presente muy lastimado. Quiero a la gente en tanto que gente y por su núcleo, no por su lugar de origen y secundo más al talentoso Nezahualcoyotl que al potosino Francisco de Paula y sus versos del himno aunque también me parece de muy buena pluma. Y, bueno, nunca he sido belicoso, competitivo ni fui enseñado a ser mexicano, sino humano y ser quien soy acrecenta mi corazón por el resto de la especie y a la vez más se duele por su mismo sufrimiento y más lamenta la insistencia en meterse el pie a sí misma sin darse cuenta que son ambos pies parte de un solo ser.
13/100 días creativos
Comentarios