Sueños de arena















Volvió un día de la nada
desde el hielo líquido
y la sonrisa parda.
Desde la voz hueca
en la ladera verde
volvió vacía, volvió helada

la hoja, el cadáver fresco,
la voz desnuda y la piel
ajada, la piedra
renuente, sin velo
el espacio de arena,
descalzo el aire funesto.

Y así, de la nada, volvió.
Sobre el frío del mar,
corazón del río,
perfume de clara
frente, de girasoles
la nieve vacía. Cayó

sin resistirse, dorada
la sombra inmensa, festín
color de tesoro
perdido en la selva.
La mañana sin sueños
volvía al fin de la nada.

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