Carta inservible #3



Era mucho muy necesario escribirte ahora mismo antes de que otro día pasara. Eso me dije hace casi ya un año y apenas esta madrugada cumplo con lo dicho. En este tiempo le he dado vueltas y escrito muchos borradores de esta carta desde distintos lugares y diferentes tonos algunos más adecuados o alegres que otros; algunos, más altos o con menos dominicalidad. Yo supongo que no te importa tanto eso pero no te conozco mucho y no lo sé, solo supongo peligrosamente como en otras cosas. Igualmente, como en otras cosas, procuraré ser breve para no quitarte tanto tiempo del día y, claro, quiero asegurarte que no tienes que responder por fuerza a esta carta. Parece ser un medio sumamente impráctico para el mundo moderno y mis cartas no suelen caer en valles óptimos para el eco así que no escribo esperando escuchar algo de vuelta. 

Te escribo porque pronto no vas a reconocerme. La adultez logra eso con frecuencia (tanto dejar de reconocer como migrar drásticamente de hábitos). He hecho mucho y nada a la vez contrario a lo que he sabido de ti pero me da gusto que nuestras coincidencias no sean tantas. ¿Cómo es dedicarse a ese oficio que cuentas? ¿En realidad viviste y dijiste todo eso? Hay mucho que quisiera saber y que, como esta carta, he imaginado preguntas y mantenido conversaciones bastante extensas en monólogos autocomplacientes que dejo descansar si voy a leer o me distrae algún olor nuevo en la calle. Básicamente, aunque quisiera conocer tu historia de primera mano, me conformo con imaginar e hilar lo poco que se a mi manera. Un día habré de escribirte alguna versión de los hechos para que rías de lo improbable, me reproches de lo inmerecible o brindemos por lo que sea festejable. Pronto cumplo años así que quizás podríamos empezar por ahí y después por los textos.

Espero que esta carta te encuentre con bien y ya no se escuche tantas mentiras de ti y de tu gente.

Con cariño:
Yang E. Coutiño

100 días creativos 19/100

Comentarios

Entradas más populares de este blog