Las palabras perdidas

Sucede, como cada cierto tiempo
que no determina el día o la noche,
que llega otra vez el aire de espinas
sigiloso y decidido a oscuras
por aquel flanco que esta vez supe
guardar de la lluvia en el momento
injusto pero certero del alma.
El aire es de espinas de nueva cuenta
o es un fragmento de vidrio pardo,
un salto con redes de mármol blanco,
la senda que crece en línea recta
para ser nieve, para ser tibio
amor de río ahogado en la hierba.
Regreso otra vez a los dedos sordos,
a mi prudencia muda,
a mi propio juego de ser yo mismo
para perder de nuevo
esta vez los lentes, el corazón
o la mancha en el suelo
que alguna vez fue lodo en tu zapato.
Porque así lo pediste
con el pesar del honrado
hago honor a mi nombre
que es el nombre de algún dios,
en la voz de mis padres
que es la verdad de las piedras
bajo mis ojos.
Entonces me quedo así:
sin un espejo
ni mano que mueva el filo
de aquella mesa,
de aquella noche mundana
donde encontrarte
o poder verte en un día
detrás del aire
y platicar de las lágrimas
que tienen espacio en el desayuno.
100 días creativos 23/100
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