Oídos necios (PARTE II)

Le conté a mi amigo sobre el archivo y cómo parecía estar mal porque no escuchaba a la entrevistada. Le pareció peculiar pero prometió pasarme el podcast que él había descargado. Finalmente me prestó su teléfono un rato y ahí fue donde todo se perdió. Al escuchar la entrevista seguí sin oír la voz de la actriz. Le dije eso a mi amigo, le presté un audífono y, riéndose, me dijo que sus audífonos no funcionaban muy bien, que tenían un falso. Me alivié poco pero le presté el otro audífono y viéndome con cara de 'qué tonto eres', me dijo que la entrevista estaba tal cual. Insistí en que no, que no podía escuchar nada. Medianamente enfadado, desconectó los audífonos y dejó que sonara el teléfono. '¿Ves? Ahí está'. Yo, por supuesto, no podía identificar más que silencio después de cada pregunta. Mi cara de desconcierto hizo eco en la mía y llamando a otro amigo de la oficina le preguntó: '¿Qué oyes aquí?' a lo que el otro contestó 'Pues como una entrevista'. Lo absurdo y las consecuencias terribles de un posible daño cerebral o un tumor en mis oídos me asustaron. Pegué el celular a mi oreja: nada. Busqué un video de alguna de las escenas de la dichosa actriz: nada. Mi amigo buscó con diferentes palabras y encontró un video que dijo haber visto hacía unos días. Lo puso y en la pantalla pude ver el set, los créditos, el inicio de una telenovela y a los actores interactuando con el aire; diciendo sus líneas a la nada. Podría haber sido una escena rara con cambios de cámara raros pero hubo golpes y forcejeos de nadie y acción vacía. Decidí incómodamente irme y decir: 'Ah, ya. Pues sí, mañana voy al doctor a ver qué me dice' y regresé a mi lugar. Casi al salir ese día sintiéndome triste, muy preocupado y muy tonto pensé en si no sería algo como El traje nuevo del emperador y solo la gente inteligente podía escuchar su voz y verla. O quizás el inteligente era yo y era el único que se daba cuenta que no existía nadie con ese nombre, esa cara ni esa voz en el mundo.

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