Oídos necios (PARTE I)

De niño siempre fui bastante común: no muy alto, no muy flaco, no muy listo, no muy terrible. Y ese niño común se volvió el hombre común que soy ahora con palabras muy usadas, días con sol y a veces sin sol, comida con sal y a veces, desabrida, oficina, fiestas, etc. Por eso llamó tanto mi atención que algo tan asombroso sucediera en un día tan poco interesante. Tan inesperado que jamás escribo pero ahora estoy sentado contándole esto a una pantalla por puro morbo.

Hace unas dos o tres semanas estuve recordando mi sueño adolescente de ser actor, las pantallas y las luces: lo normal para todo hombre con aspiraciones de estrellato. Recordé ese día que existió alguna vez una actriz que desapareció. No decayó su fama, simplemente se esfumó de la vida. La recordé por oídas y me di cuenta que no recordaba su rostro. El nombre me era familiar pero no podía ponerle cara al nombre. Cosa muy común porque siempre me ha costado recordar caras y nombres así que en ese momento no me preocupé. Eso sucedió hasta que me di cuenta que no podía escuchar su voz. No de memoria, simplemente al hablar no podía oírla. No es tampoco una mala metáfora, lo que sucedió es que por recomendación de un amigo me volví seguidor de un podcast sobre artistas nuevos: actores, músicos, pintores, etc. En un programa dieron aviso que entrevistarían a esta actriz que mal recordaba (y de la que he preferido no escribir el nombre porque siento que lo sabrá alguien y las represalias no las veo muy antojables). Me pareció curioso y nada más así que seguí escuchando mientras manejaba pero luego del saludo de quien la iba a entrevistar nadie dijo nada. Pensé, por el espacio corto del saludo, que el entrevistador no la había dejado responder. 'Qué tipo más grosero', pensé algo extrañado porque nunca lo había escuchado descortés antes. Pero de inmediato se soltó en lo que parecía un monólogo o un diálogo de silencios insoportable. Me detuve en una gasolinera y supuse que algo estaba mal con el archivo con el iPod viejo, lo que me parecía muy probable. Decidí llegar a la oficina, descargar el programa nuevamente y dejé de pensar en ello hasta que a en un descanso para rellenar el café, mi amigo que me recomendó ese programa me preguntó sobre él.

FIN DE LA PARTE I

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