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El séptimo mes de la semana

En este mes de tantos domingos que no fueron tres o cuatro ni sólo cinco. Yo al menos conté trece y me asustaría si el trece no fuera bueno en este mes justo en este mes de número siete en que el agua me vuela el pelo en que el aire me moja la cara y me pule el cuerpo como de roca es ahora que aunque crezco no me alcanza la vida para contradecirme tantas veces ni encender la lámpara oculta en mi refugio de luna llena.

Farsante

Ya no tengo poesía para contar los días que se han ido dejándome a la vera del camino. O quizás nunca la tuve y sólo se reían de mí los cuentos inconclusos bajo el racimo ocre de la noche. Pregunto a todas las alas del aire si llegó finalmente la hora sin respuesta quedo mudo y pregunto de nuevo. Es quizás que cada vuelo es destino y no a pedazos pero sí por partes se dislocan las horas.

Farola

No puedo llamarme solitario en primaveras así con tanto ruido en la calle y tan corta la vípsera de los candiles colgando de madera podrida como dientes amarillos en la cara de la noche. Imposible cosa estar solo con esas luciérnagas terribles de luz muerta devorando el cielo cuando vuela el halcón.

Manantial

Existe todas las mañanas un lago de marea invertida que descansa con la Luna y crece entre los riscos del valle. En el bosque escondido entre las piedras se duerme sueña en los albores del día cuando lo mecen las olas de los cuatro rincones del mundo. Las colinas lo miran miran su sed y lo llueven con sus ojos lavan el espejo frío que sube durante el día. Cada rocío es el lago que crece hacia el mar del aire que respira el invierno que serena que calla.

Timonel de la última barca

              I No sabía que lloviera a la vera del Estigia Pensaba yo que nacía de los lamentos del hombre no de mí que a su paso abrevo y lo mezco muy suave en mi sonrisa. Que soy, de su cauce, tributario y ningún otro arrollo le besa la cara con tanto amor como el doble eco de mí mismo.              II No sabía que llorara el Estigia una cascada dulce y brillante que cae al cielo, que vuela en círculos sobre el aire lejos de la sombra del hombre. Que siempre insiste como hacen los necios en crecer al río con los ojos falsos del abismo.

La muerte blanca

Le dicen mortaja al vestido blanco y lo es más por casualidad que por genuina oscuridad bajo la tela y es terrible como llamar estorbo a las nubes en la frente roja del Sol. Su corona de gala. Es ingrato como llamar nupcias a la tinta del papel oculto bajo cualquier nombre. Mejor llamar lo que es por su nombre: velo divino aurora gris perjuros.

Respiro

Antes de dormir respiro hondo, muy hondo. Hábito necesario para el sueño de los solitarios. Al respirar se hace espuma la vida y todo desaparece en olores carmín con viento de esmeralda torrentes de corteza parda noches de azul naufragio. Al respirar todo se vuelve un torbellino se gasta un soplo de vida y se convierte en visiones de la noche para exhalar el veneno que toma forma en nuestros ojos como el último sueño de los solitarios.

Lodo

Revolcarse en el lodo, dicen, es cosa de cerdos Difiero Ni siquiera lo lamento y difiero con toda fuerza Revolcarse en el lodo es cosa de amores Del mar y la tierra jugando a ser barro Olla Plato Hogar del aire y nube del fuego Dos elementos felizmente vueltos lodo Hechos uno Para reir y acariciar las manos que quedan más frescas. Tierra fragante y lozana Agua fuerte Agua nocturna Que nadie sienta que la tierra no debe acariciar el mar O que el estanque no debe descansar sobre la roca Son ambos el poder verdadero Titanes invencibles que se conocen cada noche para nunca olvidarse.

Escarlata

No se retuerce por la caverna el dragón alado. Avanza firme sin cautela porque puede oler el futuro Firme pero despacio por las cuevas de roca marina rocas de sal dulce pulidas por las estrellas avanza el dragón con cada garra uña por uña vuelan sus escamas por las piedras exhalando destino Va la noche delante del dragón por las cavernas de diamante y rubí perfumado. Se detiene en el umbral del abismo extiende sus alas pisa las perlas de agua con la paciencia de sus siglos y duerme duerme entonces la bestia noble y soberana volando en sueños por su caverna.

Naufragio

Cuando se navega mucho dicen que uno se aleja de la costa pero en realidad es la Tierra la que se va y nos deja secos en el agua. Se cree que uno se aleja para explorar el mundo conocer otros soles descubrir nuevas flores o conocer, al fin, el amor Y lo cierto es que el mundo nos explora y nos envuelve de nubes y nos oscurece con niebla y la sombra blanca de los días nos lleva a la deriva y las playas de oro nos abandonan. Subimos a nuestra barca no para dar la espalda sino por ver mejor la vastedad de lo que es bello pero nos traiciona la belleza que se aleja se va se pierde aunque rememos con los dos brazos navega y sigue navegando en dirección contraria más fuerte que las montañas de agua hasta que descubrimos que no es la marea sino el polvo quien nos abandona para siempre en un mar de arena.

La fuente

En los instantes de felicidad me retuerzo no grito porque soy muy discreto y ante el dolor, muy ecuánime y ante la muerte, su amigo excepto en esos instantes de hielo perpetuo cuando me pierdo de la espuma limpia fresca y muy transparente muy quieta siempre lejana cuando no estoy para recoger el rocío recién nacido o beber del manantial de plata con su halo de plata y sus gotas de plata y su agua tan brillante perdiéndose en el mar. -Diciembre 17, 2013

Invierno

                       I Ojalá este invierno sea un genuino invierno Que el Sol frío marche por las hojas de los árboles Que la esperanza de los tontos se marchite Que se duerma la muerte.                        II Me gustaría que este invierno se llamara primavera porque todo renace mientras duerme Todo sueña con el cobijo y el vapor tibio que es en sus sueños más grande Más puro Y más bello crece todo. Esos sueños que tardan meses en crecer y a la llegada de la mentira que llamamos primavera Despiertan y entonces mueren la muerte de los santos para nacer otra vez en el invierno.

Adiós

No es que me cueste decir adiós (palabra muy corta y por demás envilecida) porque empezar fonías con 'a' resulta simple De ejecución fácil: Amor de cristal fino (pero finalmente, cristal) Amanecer de invierno Abrazo Es fácil empezar con 'a' el peso viene al terminar el sonido. ¿Cómo se cierra el espacio? ¿Cómo se termina el principio? ¿Cómo se pronuncia dios luego de la 'a'? ¿Cómo suena el mar desués de la 'a'? Mi brazo no necesita 'a' para pasearse por la calle. No necesita una 'a' que vuelva a dejar la ira vacía al final de otra 'a' cuando yo aún no decido si aman y ser debieran vestirse en una sola palabra.

Mnemósine perdida

Pasa seguido que olvido tu rostro de maple de mirra regalos para el rey oculto Rostro mítico esculpido en estatuas bajo la tierra. Cada gesto me mira desde el río de perlas cuando sin buscarte te encuentro con cada herida tuya apareces frente a mí apareces desde tu nada cada victoria en tu rostro de incienso de coral cada vida un mapa en tu rostro que olvido justo antes de que aparezcas.

Ceguera

Vi directamente al Sol sin metáforas de ningún tipo vi directamente al Sol con los ojos cerrados y el Sol me miró. El agua me abrazaba con sus espíritus de agua tan callada como siempre con sus destellos de plata. Vi al Sol detrás de la bruma con mis ojos lo vi me arropaba suave esta vez y me recordaba un alma que ya nunca encuentro al menos que el Sol me mire y me devore el agua.

Autorretrato

Te dibujaste tal cual eres en mi pared blanca Tu rostro fino tu sonrisa clara y completa tus ojos como buscando siempre llenos. Dejaste con tu mano una huella en mi pared blanca sin sangre ni ceremonia mayor como prometiendo la nada completa. Dejaste más que una foto que tan bien ahuyenta la realidad la carne limpia y breve de tu rostro en mi pared blanca.

Sillage

Cada día una y otra vez regresa el aire tuyo el respiro la exhalación dulce  profunda exhalación del aire bello de tu nariz suave de tu pecho de tu hogar del abismo de tu vientre y del vuelto de tus brazos que duermen y duermen en la arena.

Las horas desnudas

Son espinas en plena flor las horas desnudas Y aunque recién nacidas, son muy duras y crueles las horas desnudas; Frescas, lozanas dejando en su camino heridas rojas las horas desnudas Son jardines colgantes como lluvia verde de estrellas las horas desnudas; Forjan el cosmos vertical, y blanco y negro las horas desnudas; Crecen y se enredan bajo los árboles sus tiernas espinas de flores rojas Crecen y se escapan con sus hilos congelados de flores rojas Se espesan bajo el sol amarillo y demoran la sonrisa de la noche abandonada las horas desnudas.

Profecía

Tiene usted mucha razón querido desconocido mucho demasiado rima con el dolor y poco queda por decir o más bien mucho que lamentar. Se apagan muchas luces que la noche enciende temprano y el sol brilla demasiado fuerte y muy poco sincero, como siempre con tantos cristales rotos. Tiene usted, insisto, mucha razón en que hay versos más certeros para mover lugares paredes y otros enseres domésticos que estorban el paso del aire. Disminuyen las luces pero no con el techo del invierno sino con el complejo de mártir con los corazones y su disfraz de ciego quejándose del ruido de la lluvia.

La muralla

No estoy muy seguro si he quedado atrapado en el jardín detrás del muro o es el cielo el que se ha vuelto una pared infranqueable sin media pizca de aire para volar. Acaso esté dormido cautivo o enterrado en el espacio sobre la tierra y no puedo moverme por hereje de las sombras como le sucede a toda brizna de hierba que se da la oportunidad de negociar sus raíces arcaicas y rotas. Probable es que no pueda caminar porque floto porque soy partícula minúscula de ladrillo o cal o hueso de barro que ancla la puerta del cielo a moverse siempre.

Extravío

Olvidate, hijo mío, que exististe. Debes olvidar siempre que no eres más que un grito de nubes de montaña, un vuelo de halcón que ya no resiste el frío mudo de la aurora y tu semblante, el viento más puro de frutas y azahar, se rompe en lluvia, desierto y cristal, se marchita el sueño que antes burlaste. Olvidate, muchacho, de los campos que pudiste haber sido en tus sueños donde crecía siempre el nomeolvides. Olvídate. El arroyo es tu rostro y tus ojos las gotas de rocío donde ahora te arrulla la muerte.

La única promesa rota

       I Soy injusto ahora me doy cuenta al sufrir por el aire frío que se vuela entre mi sombra que viaja lejos de mis ojos. Sufro por mi aliento sin aire sin pensar si al aire le sobra espacio. He sido injusto, muy injusto por dolerme de falta de agua por gritar de sed a solas con el llanto seco del abandono con la saliva hecha polvo. Me duelen mis manos sin agua sin pensar si el agua canta su propio olvido. Soy arbitario y terrible por sentarme en silencio tejiendo mi alma en hielo con ansias del resplandor perdido con el hueco infausto de vela sin lumbre. Me permito congelarme sin fuego sin pensar si el fuego renace de sus cenizas. He sido déspota desde el principio lo supe al vivir lejos de la tierra añorando su estampa en mis pies añorando su lengua de sal. Sobrellevo mi mundo sin rocas sin pensar si las rocas ya se han vuelto nube.        II Hice una promesa de cara a un estanque como un mar en el tiempo...

La perla

Cuánto he anhelado el mar sin saberlo Pero no la arena que duerme bajo el sol Y quema los ojos Entre las nubes del mar. El mar bienamado El mar que guarda en el cofre eterno de coral Una perla de rosicler y azafrán que sueña sobre las olas Perdida por su propio manto Hendida su coraza de cielo por el filo de la lluvia y el trueno En sus sueños de aurora Hasta que un día despierte.

Día dos

Se apagaron por fin las estrellas en el País de las Sombras En un hermosa y profunda oscuridad. La noche sin nubes cae sobre la lluvia Absorbe cada mano Cada flor y cada fragancia nueva Para sofocarla en una canción A ras del viento. Se acabo finalmente el vuelo Y se consumió el aire entre los dedos de la espuma Lejos muy lejos donde nunca vuelve a amanecer. Donde todo es devorado por nada Donde se lava toda sonrisa por nada Donde nada luce su vestido en el agua. Se escondió paso a paso la noche Con cada estrella que apagué en el piso en el País de las Sombras.

El columpio

Traté de regresar al parque una noche en que terminaba la semana pero, curiosamente, no lo encontré y me tuve a bien conformarme en el pasto de un prado triste. Digo que tuve a bien porque al menos el prado tenía estrellas de niebla que van bien con el café, el cigarro o ambos. En eso estaba yo con el libro de siempre cuando traté de, esta vez, volver a casa. Caminando sin tanta prisa iba yo cuando a la vuelta di con el parque que había buscado antes. Aún tenía algo de tiempo y  nubes así que fui a sentarme un rato en la llanta encadenada que solemos llamar columpio. Lo hice sin mucha pena porque era de noche y ya no había niños que se espantaran con la obscenidad de remojar recuerdos en el café. Luego de mucho suavizar la memoria en mi taza tibia (los vasos de plástico hacen que el aroma se ensucie) caminé un poco por entre los juegos. Sabía que atravesando la calle había una iglesia así que reconocí su presencia para ignorarnos (como solemos hacer siempre las iglesias y yo) y s...

Día uno

Te perdí ya una vez una y mil veces te fuiste caminando despacio a cada vuelta del verano dejándome solo en los días del Sol cuando mayor es la Sombra. Me perdí ya tantas veces desde aquella única vez en que quise correr a las puertas del invierno para encontrarnos de nuevo como cada noche de la Luna bajo la luz de los árboles.

Noviembre

Es este un mes que roba el tiempo desaparece en oro rojo y viento de plata. Se funde desde las nubes en incienso en bosque y flores. Es en este mes que los conjuros más antiguos toman más fuerza y más vida. Como siempre sucede con los ojos hundidos y el temblor de la Tierra. Es en estos días, en la primera de dos noches, en que salen a gritar entre los árboles las sirenas con sus capas de terciopelo y su bosque y su sueño limpio y su vuelo de memoria. -30 de noviembre, 2013

Cromatismos

Ocurrió una vez (curioso que soy) que me puse a buscar entre mis cosas hasta que hallé un hueco verde en medio de la noche. No sé bien cómo llegó ese espacio vacío a tan preciso lugar. Supongo que porque tengo todo revuelto y eso divierte a cualquiera. Excepto cuando lo que se revuelve son las tripas lo cual es más bien trágico. Supe porque me contaron que huecos de colores los hay en todas partes y en una lluvia de cromatismo: se han visto huecos naranja en las azoteas, huecos azules en el odio, huecos morados en la lluvia. En ese momento recordé un hueco plateado que vi una vez en el cielo junto a la Luna. No muy junto, estaría a unos cinco o seis dedos de distancia, pero lo suficientemente cerca como para usarlo de referencia. "-¡Mira! -diría yo-¡Ahí al lado de Júpiter, a unos 6ºS de ese hueco de plata está la Luna!" Y mucha gente se daría cuenta y diría a su vez: "-¡Es cierto! Ahí está la Luna cerca del hueco y está bastante menguada para ser jueves." En la no...

Tulikäärme

Escuché la historia un día de un lago de fuego donde vivía solitaria desnuda oculta una mujer. Viajó la mujer por el lago hasta la sal dulcísima del mar donde duermen el coral y la lluvia. Abrió sus brazos al día de plata huyendo de la llama falsa del cielo. Vivía la mujer en un lago antes de huir al mar nadando en un canto muy azul y muy claro. Ocurrió que un día luego de bañarse en espuma descubrió un faro entre las piedras del norte sobre las olas. Voló la mujer por el mar hasta la estancia breve del aire donde se alza la mesa de las nubes y el trueno. Abrió sus alas a la luz de Eltanin flotando sobre la magia oscura de la tierra. Supe que la mujer dormía en el océano antes de nacer en el viento con ojos nuevos y palabras que nunca existieron. Ocurrió que un día luego de lavar su pelo en historias viejas descubrió un lago en llamas sobre la lluvia del norte y escapó de nuevo solitaria desnuda mujer.

Suomenlinna

No es fácil extrañar el invierno porque llega sólo una vez al año y rara vez se demora en el trópico. En ocasiones imprevistas se cae y derrama litros de vida que duerme muy por debajo del hielo y del aire. En el otoño, justo antes de que nazca, el invierno sopla por la arena helada donde el desierto jamás lo alcanza. No siempre pasa que voltee al sur ni siquiera cuando despierta la luna entre la plata de su juventud Entonces es cuando más duele el brillo de enero y el bisturí frío que siempre madura antes de partir.

Schiehallion

                                  I Vi el aire y el fuego dormir en un lago desierto, vi a la luna arrullando al sol mientras la niebla y su manto de alondras tejían la mañana limpia y el verano del pasto abría los ojos por vez primera. Vi a la tierra flotar incorrupta bajo el oro y la plata vi la miel derramada en un grito de espuma y el suspiro de la aurora entregarse al olmo y su relámpago soñando en alas de piedra.                                  II Vi su rostro entre una nube de Caledonia y sus manos en un enjambre de pétalos dorados. Vi su nariz perfecta en un risco junto al mar y sus pies en las estrellas. Vi su sonrisa corta en el aire y su aliento dormido en la lluvia. Vi su pelo envuelto en la llama blanca de la noche y sus pupilas de diamante fundidas detrás del agua.

Clave morse

Hace poco más de un día escuché no a la muerte pero sí algo parecido: un águila tal vez o un animal del pantano seco que crece en julio detrás de mi casa. En cuanto escuché (o sentí, ya no estoy seguro después de servirme tantas horas en el whiskey) su voz me dije: "Esa es la muerte." Pero lo pensé mejor y me aseguré que no podía ser tal cosa porque la muerte no es animal ni ruge. No habría sido ningún mamifero grande porque fue un sonido corto en mi oreja izquierda y está bien documentado que la muerte brilla por gritar con ambas manos. Pensé en un colibrí pero nunca apareció su zumbido. "¿Un gato?" ningún gato suele meterse a casa porque ya les he dicho que me dan alergia. Me caen bien y son graciosos pero el catarro es insufrible cuando me saludan de mano. Aún el pequeño hijo de la bruja (cuya chozita nunca he descubierto a falta de bosque) se mete solamente unos centímetros por al reja y sale corriendo muy prudente cuando me ve. Luego de quedarme en la cocina ...

Me gusta el invierno en octubre

Cuando me levanto en las mañanas (que suele ser casi siempre) siento el aire risueño tras la sábana y fuera de mi cobija caliente. Siento que el frío en este mes entierra en el cielo cualquier molestia y limpia el brillo del aire que transforma nuestros ojos en plata, perpetuo pero nunca inamovible . Me resucita el piso en mis pies ambos roncos por la temperatura sin necesidad de mirarlo fijamente. Mis dedos pisan el suelo muy arriba donde se puede tomar la nieve en tragos gruesos de aire o en rocas de hielo con sal aunque la verdad me entristece soñar aquel bosque de alas desnudas y el vuelo negro del cisne.

El segundo día de cumpleaños

El mejor regalo es el olvido envuelto en una luna muy redonda y muy blanca. Para cuando uno lo acaba de desenvolver se descubre en una caverna oscura de ratas gordas trepando y trepando los árboles de piedra. La noche es adentro y la mañana se demora suspirando como la cursi que es. Sueña una y otra vez a la madrugada que la olvida cada segundo día y la vuelva a señalar con estrellas viejas que apenas brillan. Si uno se fija bien, eso no importa porque es un día de cumpleaños aunque esté lleno de sangre negra  y ojos de muchas caras. En este segundo día, si el velo de cristal que hace al cielo negro (el smog sólo lo vuelve grisoso y sin chiste) se dibuja con colores, conviene echarle una pizca de grafito con veinte gotas de agua. Uno nunca quiere que la teoría del color se enrede sobre sí misma y se muerda la cola así que es menester pintar el azul, el violeta y el rojo con notas de una oscuridad firme y llana. De este modo quizás podamos dormir en nuestro regalo y envolvernos ta...

El primer día de cumpleaños

Cuando uno cumple años debe estar completamente solo. Si es posible, con sangre cerca. Puede ser sangre seca, o sangre viva o sangre grandilocuente (de preferencia muy roja). Si huele fuerte a hierro, tanto mejor porque el cobre suele quedarse entre los dientes y causar problemas en los riñones (además de que el hierro da más sabor). Si se tiene un filete de res, es bueno aplastarlo un poco para que suelte más sangre cuando el sartén está caliente. Así, al caer la sangre, se retorcerá, se encogerá y cuajará en una masita suave que hace un buen aperitivo. Si no se tiene más que vino para festejar el cumpleaños, puede hacerse uno dos punciones en algún dedo de la mano o, mejor aún, morderse fuerte la lengua . Cuando corra la sangre es importante escupirla en el sartén desde una distancia segura para que el aceite no brinque y nos deje ciega la nariz al hierro quemado. Tener sangre y soledad es firmemente necesario (al igual que tener vino) para festejarse porque se asemeja al momento...

Una copa de tierra

Hace mucho que ya no tomo el whiskey con hielo porque ayer se me descompuso el congelador. No es algo muy triste porque sin hielo la garganta se quema más rápido y termina por no doler cuando uno traga tantas estrellas. Justo ayer me platicaba de la inumerable cantidad de alfileres que conté en una estrella pequeña pasando las diez de la noche y me sorprendí de cuánto dolor cabe en tan minúscula cosa. Porque, digan lo que digan, las estrellas son diminutas: pequeños dolores de luz, insignificantes destellos de gas. Cachorros de incienso muertos hace muchos años. Por esa misma razón (su terquedad por picar los ojos con destellos petrificados) dejé de contar estrellas y empezé a contar mis pasos uno por uno solamente en las banquetas grises. Los cuento viendo hacia abajo perpendicularmente al piso. A veces levanto la cabeza si descubro algún perfume afrutado por el rabillo del ojo porque podría ser un pay de zarzamora y vale la pena descontar unos cuantos pasos por una rebanada. Si resul...

Omega

       I La muerte siempre ha sido mi amigo y mi amiga siempre de mi lado a veces caminando a mi izquierda a veces platicando a mi derecha a veces detrás recogiendo piedras o viendo a las hormigas florecer a veces delante muy lejos contando los carros o corriendo detrás de una visión en el aire. Cuando viajábamos en auto se sentaba en el asiento trasero también junto a mi hermano y junto a mí. Reía en silencio de nuestros chistes y se enternecía con nuestra tristeza. Era en esas ocasiones cuando más cerca se atrevía a estar: bajaba yo la ventanilla del auto y el mismo aire nos mandaba la misma caricia. Durante los recesos de la escuela la muerte miraba mi sandwich y mi agua de limón con esmero como si tratara de decidir cómo hacer un mejor pan o cómo volver eternamente pequeña una gota de agua. Si caminaba por algún terreno valdío, la muerte era una hierba solitaria que tomaba el sol o era luz de luna cuando volvía tarde con mi bicicleta. ...

Génesis 9:1

Soy un hombre solamente con corona de agua y hierro dibujando estrellas en el piso con la luz de la calle. Soy un hombre sin cuna para recordar el color de la mañana, sin ojos que hablen de corazón alguno y con un final interminable. Salí yo, sólo un hombre, a pisar el jardín de tierra con mi pecho derrumbando la noche de insectos, bebiendo el manto del aire. Salí yo solo a la sombra con manos envueltas en cristal para ver las nubes lejos, muy lejos sin lluvia y sin muerte.

Sol de medianoche

El futuro se diluye burbuja a burbuja respirando el polvo y la carroña. El futuro salta el futuro grita por existir en una tierra sin tiempo. El futuro no cae maduro, se retuerce entre las hojas del desierto y aulla su libertad de cadenas rústicas, navega entre la sal de la calle porque jamás repara en la lluvia. Nunca voltea a las sombras que teme arranquen su corazón de niebla y se echa con las serpientes para olvidar el día que lo tomaron por verdad. Aquél día de rincón silencioso en que no volvió a amanecer.

Amanecer

En el fondo, en lo más hondo yace inmóvil el Sol. Se recuesta de frente a las piedras del cielo y ve con ojos ciegos el polvo y la mugre de los hombres. Su danza eterna termina; el hambre satisfecha de vacío; su velo de nubes ahora es silencio.

Deva (Génesis 1:2)

Escogí un lugar perfecto para morir: el día nueve. Los días nueve nunca se termina el mundo y por eso es bueno continuar muriendo (vivir se puede hacer cualquier otra noche). Concientemente me retiré de la vida y de los brazos fuertes, de los hombros, de los ojos mirando las estrellas. Me retiré, un paso a la vez, del aire viendo de frente mientras mis pies andaban solos sin jardín del Edén. Descubrí que moría cuando di vuelta a la llave y miré dentro de la noche respirando un viento nuevo. Estaba muerto ya cuando entró la tierra a mi s pulmones y vi la luz apagar mis ojos mientras las olas olvidaban la arena.

El abedul

No hay sábanas de flor en las nubes de tormenta a veces hay rostros, y tinieblas y promesas de montañas frescas, ríos marchitos y mares de pasto tallado en la piedra bajo los soles. Cuando el aire es bueno pinta los ojos de alumbre o de oro, o de fierro o también de cobre porque la miel de los árboles es escarlata sobre todo en las noches de mi memoria. Se ve, a todas luces, que hay un murmullo en las sombras que permean los granos de la tierra y del fuego porque la lumbre es llama pero también es miedo y el miedo puede medirse en relojes de arena. Entre el roble y las hayas hay un rincón marchito por donde se cuela el vino de las estrellas y pasan rodando el romero o la menta cada vez que sueña la muerte entre mis dedos.