El abedul
No hay sábanas de flor en las nubes de tormenta
a veces hay rostros, y tinieblas y promesas
de montañas frescas, ríos marchitos y mares
de pasto tallado en la piedra bajo los soles.
Cuando el aire es bueno pinta los ojos de alumbre
o de oro, o de fierro o también de cobre
porque la miel de los árboles es escarlata
sobre todo en las noches de mi memoria.
Se ve, a todas luces, que hay un murmullo en las sombras
que permean los granos de la tierra y del fuego
porque la lumbre es llama pero también es miedo
y el miedo puede medirse en relojes de arena.
Entre el roble y las hayas hay un rincón marchito
por donde se cuela el vino de las estrellas
y pasan rodando el romero o la menta
cada vez que sueña la muerte entre mis dedos.
a veces hay rostros, y tinieblas y promesas
de montañas frescas, ríos marchitos y mares
de pasto tallado en la piedra bajo los soles.
Cuando el aire es bueno pinta los ojos de alumbre
o de oro, o de fierro o también de cobre
porque la miel de los árboles es escarlata
sobre todo en las noches de mi memoria.
Se ve, a todas luces, que hay un murmullo en las sombras
que permean los granos de la tierra y del fuego
porque la lumbre es llama pero también es miedo
y el miedo puede medirse en relojes de arena.
Entre el roble y las hayas hay un rincón marchito
por donde se cuela el vino de las estrellas
y pasan rodando el romero o la menta
cada vez que sueña la muerte entre mis dedos.
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