Extravío
Olvidate, hijo mío, que exististe.
Debes olvidar siempre que no eres más
que un grito de nubes de montaña,
un vuelo de halcón que ya no resiste
el frío mudo de la aurora y tu semblante,
el viento más puro de frutas y azahar,
se rompe en lluvia, desierto y cristal,
se marchita el sueño que antes burlaste.
Olvidate, muchacho, de los campos
que pudiste haber sido en tus sueños
donde crecía siempre el nomeolvides.
Olvídate. El arroyo es tu rostro
y tus ojos las gotas de rocío
donde ahora te arrulla la muerte.
Debes olvidar siempre que no eres más
que un grito de nubes de montaña,
un vuelo de halcón que ya no resiste
el frío mudo de la aurora y tu semblante,
el viento más puro de frutas y azahar,
se rompe en lluvia, desierto y cristal,
se marchita el sueño que antes burlaste.
Olvidate, muchacho, de los campos
que pudiste haber sido en tus sueños
donde crecía siempre el nomeolvides.
Olvídate. El arroyo es tu rostro
y tus ojos las gotas de rocío
donde ahora te arrulla la muerte.
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