Timonel de la última barca

              I
No sabía que lloviera a la vera del Estigia
Pensaba yo que nacía de los lamentos del hombre
no de mí que a su paso abrevo
y lo mezco muy suave en mi sonrisa.
Que soy, de su cauce, tributario
y ningún otro arrollo le besa la cara
con tanto amor
como el doble eco de mí mismo.

             II
No sabía que llorara el Estigia
una cascada dulce y brillante que cae al cielo,
que vuela en círculos sobre el aire
lejos de la sombra del hombre.
Que siempre insiste
como hacen los necios
en crecer al río con los ojos falsos del abismo.

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