Entradas

Mostrando las entradas de octubre, 2013

Clave morse

Hace poco más de un día escuché no a la muerte pero sí algo parecido: un águila tal vez o un animal del pantano seco que crece en julio detrás de mi casa. En cuanto escuché (o sentí, ya no estoy seguro después de servirme tantas horas en el whiskey) su voz me dije: "Esa es la muerte." Pero lo pensé mejor y me aseguré que no podía ser tal cosa porque la muerte no es animal ni ruge. No habría sido ningún mamifero grande porque fue un sonido corto en mi oreja izquierda y está bien documentado que la muerte brilla por gritar con ambas manos. Pensé en un colibrí pero nunca apareció su zumbido. "¿Un gato?" ningún gato suele meterse a casa porque ya les he dicho que me dan alergia. Me caen bien y son graciosos pero el catarro es insufrible cuando me saludan de mano. Aún el pequeño hijo de la bruja (cuya chozita nunca he descubierto a falta de bosque) se mete solamente unos centímetros por al reja y sale corriendo muy prudente cuando me ve. Luego de quedarme en la cocina ...

Me gusta el invierno en octubre

Cuando me levanto en las mañanas (que suele ser casi siempre) siento el aire risueño tras la sábana y fuera de mi cobija caliente. Siento que el frío en este mes entierra en el cielo cualquier molestia y limpia el brillo del aire que transforma nuestros ojos en plata, perpetuo pero nunca inamovible . Me resucita el piso en mis pies ambos roncos por la temperatura sin necesidad de mirarlo fijamente. Mis dedos pisan el suelo muy arriba donde se puede tomar la nieve en tragos gruesos de aire o en rocas de hielo con sal aunque la verdad me entristece soñar aquel bosque de alas desnudas y el vuelo negro del cisne.

El segundo día de cumpleaños

El mejor regalo es el olvido envuelto en una luna muy redonda y muy blanca. Para cuando uno lo acaba de desenvolver se descubre en una caverna oscura de ratas gordas trepando y trepando los árboles de piedra. La noche es adentro y la mañana se demora suspirando como la cursi que es. Sueña una y otra vez a la madrugada que la olvida cada segundo día y la vuelva a señalar con estrellas viejas que apenas brillan. Si uno se fija bien, eso no importa porque es un día de cumpleaños aunque esté lleno de sangre negra  y ojos de muchas caras. En este segundo día, si el velo de cristal que hace al cielo negro (el smog sólo lo vuelve grisoso y sin chiste) se dibuja con colores, conviene echarle una pizca de grafito con veinte gotas de agua. Uno nunca quiere que la teoría del color se enrede sobre sí misma y se muerda la cola así que es menester pintar el azul, el violeta y el rojo con notas de una oscuridad firme y llana. De este modo quizás podamos dormir en nuestro regalo y envolvernos ta...

El primer día de cumpleaños

Cuando uno cumple años debe estar completamente solo. Si es posible, con sangre cerca. Puede ser sangre seca, o sangre viva o sangre grandilocuente (de preferencia muy roja). Si huele fuerte a hierro, tanto mejor porque el cobre suele quedarse entre los dientes y causar problemas en los riñones (además de que el hierro da más sabor). Si se tiene un filete de res, es bueno aplastarlo un poco para que suelte más sangre cuando el sartén está caliente. Así, al caer la sangre, se retorcerá, se encogerá y cuajará en una masita suave que hace un buen aperitivo. Si no se tiene más que vino para festejar el cumpleaños, puede hacerse uno dos punciones en algún dedo de la mano o, mejor aún, morderse fuerte la lengua . Cuando corra la sangre es importante escupirla en el sartén desde una distancia segura para que el aceite no brinque y nos deje ciega la nariz al hierro quemado. Tener sangre y soledad es firmemente necesario (al igual que tener vino) para festejarse porque se asemeja al momento...

Una copa de tierra

Hace mucho que ya no tomo el whiskey con hielo porque ayer se me descompuso el congelador. No es algo muy triste porque sin hielo la garganta se quema más rápido y termina por no doler cuando uno traga tantas estrellas. Justo ayer me platicaba de la inumerable cantidad de alfileres que conté en una estrella pequeña pasando las diez de la noche y me sorprendí de cuánto dolor cabe en tan minúscula cosa. Porque, digan lo que digan, las estrellas son diminutas: pequeños dolores de luz, insignificantes destellos de gas. Cachorros de incienso muertos hace muchos años. Por esa misma razón (su terquedad por picar los ojos con destellos petrificados) dejé de contar estrellas y empezé a contar mis pasos uno por uno solamente en las banquetas grises. Los cuento viendo hacia abajo perpendicularmente al piso. A veces levanto la cabeza si descubro algún perfume afrutado por el rabillo del ojo porque podría ser un pay de zarzamora y vale la pena descontar unos cuantos pasos por una rebanada. Si resul...

Omega

       I La muerte siempre ha sido mi amigo y mi amiga siempre de mi lado a veces caminando a mi izquierda a veces platicando a mi derecha a veces detrás recogiendo piedras o viendo a las hormigas florecer a veces delante muy lejos contando los carros o corriendo detrás de una visión en el aire. Cuando viajábamos en auto se sentaba en el asiento trasero también junto a mi hermano y junto a mí. Reía en silencio de nuestros chistes y se enternecía con nuestra tristeza. Era en esas ocasiones cuando más cerca se atrevía a estar: bajaba yo la ventanilla del auto y el mismo aire nos mandaba la misma caricia. Durante los recesos de la escuela la muerte miraba mi sandwich y mi agua de limón con esmero como si tratara de decidir cómo hacer un mejor pan o cómo volver eternamente pequeña una gota de agua. Si caminaba por algún terreno valdío, la muerte era una hierba solitaria que tomaba el sol o era luz de luna cuando volvía tarde con mi bicicleta. ...

Génesis 9:1

Soy un hombre solamente con corona de agua y hierro dibujando estrellas en el piso con la luz de la calle. Soy un hombre sin cuna para recordar el color de la mañana, sin ojos que hablen de corazón alguno y con un final interminable. Salí yo, sólo un hombre, a pisar el jardín de tierra con mi pecho derrumbando la noche de insectos, bebiendo el manto del aire. Salí yo solo a la sombra con manos envueltas en cristal para ver las nubes lejos, muy lejos sin lluvia y sin muerte.