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Horas de extraño IV

Que conste, Muchacha, que te amo porque soy. Te amo tal cual eres. Me enamoré de ti y así te amo. Te amo, y te recuerdo, y te pienso y te amo siempre. Siempre. Te amo y te deseo lindas noches, buenos sueños y felices días. Siempre.

Horas de extraño III

El detalle, el petit détail,  es que si se ama, se extraña. Se desea, se piensa, se presiente y se duele uno. Algunas veces duele la panza; otras, la cabeza. El corazón, siempre. Incluso llegan a doler los brazos, las pupilas o la lengua según la hora o el clima.

Palabra de Noche (viento)

En plena tarde anochece. Todas las mañanas negras, secas. Todo Sol, negro; todo viento, terrible. Las nubes son olvido del color del cielo. Cada paso avanzo sin estar porque me diluyo en mi sombra que palidece entre tus manos.

Horas de extraño II

Entonces se acerca la noche. Cubre la Tierra y alimenta los rincones con petróleo. Será la vida de otros porque yo recuerdo y alimento el corazón del Jardín de las Hespérides.

Palabra de Noche (recuerdo)

Cuando me abrigo, escucho tu sombra. Inmensa, profunda, total. Libra tras libra de dolor por extrañarte bajo la burla de la Luna.

Palabra de Noche (sombras)

Estoy otra vez muy contigo dedicándote mis manos antes de dormir. Recuerdo nuestro futuro claro, clarísimo. Escucho tu risa de lluvia y tus sueños protegidos por la noche. Por eso también te dedico mis orejas, mis ojos, mis labios. A todas luces grito, a toda penumbra imploro tu regreso.

Palabra de Noche (polvo)

Sigo hablando en voz alta por si puedes oirme. Me contesta el crujido de las ventanas y una gota perdida. Creo que la dejaste a propósito por si mis chistes la hacían reir; para sentirme menos solo. Creo firmemente que así fue. Creo, también, que decidiste quedarte aquí con velas y flores. Sentada a veces y otras como soñando. -No es necesario que me veas.- Dices con tus manos. La mañana camina y sigue anidando arena en las esquinas.

Horas de extraño II

Entonces se acerca la noche.  Cubre la Tierra y alimenta los rincones con petróleo.  Será la vida de otros  porque yo recuerdo y alimento el corazón del Jardín de las Hespérides.

El día que no había amanecido

Lloro poquito para que no te duela Pero también para mí. Imaginé que habíamos despertado Y yo tuve que salir temprano a trabajar. Te quedaste esa mañana dormida poco rato más Sería una media hora o tres cuartos. Estuviste en cama casi el doble pero soñabas Con nosotros, despierta Siempre despierta Mañana y ayer se unían en tu recuerdo Mientras yo bajaba del autobús, Subía las escaleras, jugueteaba En mi bolsillo con las llaves Buscando tu noche. La encontré y, ahora sí, podía empezar el día. Luego de levantarte, fuiste al baño Y te miraste largo tiempo al espejo Revisaste los zurcos amorosos en tu espalda (casi no puedo pedir perdón por ello) y le sonreíste a tu melena desenfadada. Todo esto por un largo tiempo. Estabas pensando si primero el desayuno o  primero el baño. Raro en ti, decidiste desayunar desnuda Con sólo el delantal para imaginar otras noches juntos. Comiste, bebiste y tuviste algo de pena por mi refrigerador Má...

Disciplina del deseo

-Apechugue, mijo.- Escucho el comentario neuronal; silencioso. -Meta freno, acelere. Freno, claxon, ¡acelere!- La que lo parió. Soy yo mismo el conductor de mi tren. Soy mi artífice locomotor y mi cabús (aunque suene macabro). Con ella no puedo ser menos que un carril de lustroso acero, durmiente de fina caoba, pedrería brillante entre las vías. Soy tan noche de Luna que soy de ella. Soy sus ojos detrás de la ventana. Soy algo, una especie de mirada esquiva en el retrovisor. Un lamento infinito de faros rojos (esos que anuncian la partida). Soy, creo, un dolor en el costado. Latoso como una indigestión e igualmente profundo. Idénticamente personal. Soy tuyo, alma de brillante, corazón pentagonal de la Manzana. Te respiro, te recuerdo y te pienso en cada paso del aire. Me entrego a ti, a tus pies. Soy el que soy; soy tuyo. Definitivamente. Punto. María Bonita, la luz de mi Sol.
Tanta gente estúpida y a mí que me basta echare ojo al espejo. Aún viendo por la ventana se asoman los reflejos y mis pestañas Nada más. No admiro a la gente impecable pero me gustaría probar sus sueños de locura e infalibilidad aunque fuera solo una noche. A lo mejor así se desenraiza el velo terrible, el cabello arrancado con furia, la sangre devoradora, las ganas terribles de romperme del mundo: dientes, uñas recién cortadas abriendo zurcos en los párpados. Lo siento, sombras, no las detesto a ustedes, no se sientan mal. Ustedes están ahí afuera viéndome yo sólo rumio mi pesar y lo trago con un chocolate que se burla del rechinido de mis dientes.

Horas de extraño I

Pasan lento las horas; pasan fuertes. Pasan con sus poderes oscuros como mugre en el suelo. Parece que existen de verdad pero las horas no son sino días y arañazos de espinas venenosas.

Día 2

Imagen
Un amigo que se va es un espejo de la muerte mirando al vacío masajeando su frente y vuelve a decir "mío" al aire, al aliento de las sombras cuando realmente, sólo, observa su lápida. Foto por: Hill Rodríguez http://www.hillrodriguez.com/
II Cada noche, cuando temo, te abrazo de lejos para estar contigo a solas. Como con un recuerdo vivo. A veces te necesito más aquellas veces en que el cilicio de mi corazón se apretuja restalla el látigo de siete colas para destrozar la carne de mi necedad. Entonces la Luna se cubre con alas de espanto y la oscuridad gobierna la Tierra.
Tirano Otra vez muerden los cerdos la carne dulce de la memoria. Otra vez roen la noche con su baba espesa. Otra vez me descubro un cerdo. No el mayor, no el más terrible; el más lento, el más ínfimo de los cerdos masticando el desecho y llenando mis costillas de mugre. Muerdo feroz mis patas para seguir devorándome sin escape. Muerdo mis orejas estorbosas para escarbar mi propia inmundicia. Muerdo mis ojos para que la necedad de la luz no ensordezca mis uñas podridas. Vomito mi corazón para poder deshacerlo a mordidas y volverlo a vomitar. Muerdo mi trompa llena de berrinche intestinal; de ácido y bilis. Muerdo y trago mi lengua para evitar cualquier reclamo infecto de la cordura.