El beso único



Se entiende que es absurdo escribir sobre un beso porque todo se ha dicho y todo se ha descrito. Pero no escribir sobre un beso porque ya se le conoce es como no volver a besar porque ya se ha besado antes. En especial si se habla de lo único de un beso que puede germinar de diferentes semillas, llover de muchas nubes o regalarse en diferentes envolturas. Un beso es único, pues, por multitud de razones.

Generalmente piensa el mundo que un beso tiene mucosa o un hidrostato muscular como raíz pero los besos nacen desde muchos lugares del tiempo y pueden ser sinceros, sin eros, apócrifos, metdológicos y, aún así, inigualables en su forma. Las familias se aman con frentes, hombros y besos que dan los brazos o mejillas que específicamente son depositarias de microhumanos y microbios benevolentes. 

Puede haber diferentes afiliaciones con los besos, o diferentes colores; algunos muy anaranjados, algunos terriblemente verdes. 
A veces los besos están tan cansados de soñar que nunca llegan al mundo. 

Los besos no son solo bocas y no son solo pasión desbordada (aunque dicha cosa se viste de muchos vestidos uno más bonito que el otro). También son dulce u óxido, llegan decididos y con mucha convicción o se dan convencidamente en secreto. Hay besos de frutas, ceniza o de lunes y llegan a ser tan grandes como meses enteros o reducirse a polvo invisible que jamás abandona la calle aunque la lluvia todo lo disuelva.

100 días creativos 28/100

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