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Mostrando las entradas de 2012

Solitario

El hombre insistió en asolar su sueño caminando en la playa azul de la selva. "Mi sol se diluye en las estrellas." Y saltó al abismo. "Mi luna se esconde en el día." Y mordió la sal entre sus dedos. -24 de octubre de 2012, 6pm

Cielo raso

No hay porque negarlo: la mierda nace en los moteles justo en medio de su santidad. Los espejos se ensucian, las sábanas se percuden de simple llanto y bacterias, las televisiones tienen grasa de millones de años. La regadera limpia con astucia fresca la indecisión del piso. Las almohadas se enjuagan en olvido, las coladeras regurgitan mentiras. Y entonces uno puede caminar desnudo bajo el Sol llamándolo cínicamente hermano.

Ay, Bartolo

-¡Ay, Bartolo, siempre me haces llorar!- Le dije a mi gato que, sosegado, me miraba sin ver como hacen siempre los gatos. Sé que él sabía que se equivocó porque conozco a Bartolo de hace muchos años y simplemente le faltan las glándulas para sentirse mal. No es su culpa. Es cosa de diseño. Seguí tomando café y escribiendo mientras el félido olvidó su languidés para acercarse a mi guitarra. La devoró de vista, se acurrucó al lado y parecía volver a echarse cuando salto sobre la mesa dentro de la taza de café. Parecía bailar ahí. Quedaba un sólo sorbo, un "poquito" de esos que uno guarda hasta el final para perpetuar el tiempo. Bartolo es pequeño y redondo. Es amarillento y feliz aunque no lo parezca. Cabe perfectamente dentro de un sorbo de café y parece disfrutar de las manchas sepiosas que lo adornan luego de sus camorreos entre las tazas. Suele pasearse frente al sol y se tira panza arriba con su sonrisa apagada de gato yélico. Retuerce sus paturrias, las estira y la...

Cómo pasear un perro

Primero tome una bolsa de plástico y guárdela en su bolsillo trasero derecho (hay que prevenir catástrofes sépticas lo más posible). Después tome la correa. Usted no tiene perro así que puede colgarla de su cuello o enredarla en su mano derecha. Al salir a la calle mantenga su brazo derecho del lado de los autos para que su correa esté del lado de las heces y los orines frescos. Camine unos diez minutos o medio kilómetro (lo que venga primero) y regrese a casa. Si utilizó la bolsa plástica, tírela en un basurero. Si no, guárdela para una ocasión más alegre. Al abrir la puerta permita entrar primero a su lado izquierdo y al final a su lado derecho. Este debe entender quién es el líder. Cuelgue la correa en el perchero, lave sus manos y disfrute de su televisión solitaria.

Remedio casero

Quemarse con un sartén es signo de depresión aguda pero los psicólogos nunca lo dicen porque se avergüenzan de sus mentiras chamuscadas. Lo mejor es quemarse primero y echar agua después so pena de hacer mucho vapor que nuble la nariz. Luego de secarse ya puede uno tomar media cucharada de mostaza, untársela suavemente en la piel y quizá comérsela con un par de galletas saladas.

Hojas secas

     I Se disuelve en jirones el aire todos los días. Nunca se sabe bien quién empieza: la lluvia o la muerte y en realidad no importa porque todo se disuelve entero.      II Cuando me siento cansado de los bocados de hambre tiro todas las sillas al techo y envuelvo cada silencio en toallas limpias para que no escurra por el piso.      III Siempre me ha gustado el invierno porque hace frío y dejo de usar suéteres. También dejo de lado los buenos modales para poder ahogarme en las estrellas.

Barro

Es feo estar sin ti. Como una perla corrupta devorando el mar. La sal marchita el vacío lleno de ciudad y memoria. Es feo, muy feo, eso de tu ausencia porque mancha las paredes, seca los rosales y engalana de mugre las estrellas. El Sol nunca se rinde pero las estrellas mueren de a poco y te lloran a la luna. Es feo que no estés dormida aquí y la fealdad destruye mis ojos. Uno por uno se llenan los vasos de ceniza para que los beba antes de dormir mientras espero el día en que la noche vuelva a su curso.

Mar

Dormir es una palabra fácil que tiene sólo dos vocales. Se habla, se cuenta, se platica y se llena de sueños en la hoguera. Pueden soñar sin prisa alguna y dormir sin luz en los ojos quienes viven sólo bajo la lluvia, quienes sólo conocen la brisa y nunca se ahogaron de amor. Duermen plácidamente los solos, los gigantes de piedra hueca, los ídolos de bronce imperecedero. Soñamos con ojos despiertos los que vivimos nadando en lo profundo, los que desaparecemos en la noche cuando no queda ya nadie que sueñe más.