Carta inservible #2

Supongo que es posible que vengas al lado de algún cometa muy regular. Personalmente a los cometas los quiero y este no sería la excepción pero poco importa que lo uses o no lo uses. Lo mismo da que vengas en él o no aunque sí preferiría que no lo hicieras. Es altamente probable que cuando existías jamás te hubiera dicho esto porque fuiste siempre muy sensible y las veces (ojalá fueran muy pocas) en que transgredí esa sensibilidad sufrí por tu sufrimiento. Pero no estás y ya no eres y nadie hay ya para ofender o transgredir. Claro que no es esa mi razón para escribir. Ofender no es (y espero nunca lo sea) mi motivación para nada que pueda hacer en mi existencia; ni qué decir de esta mismísima e inutilísima carta.
En fin. Preferiría saber que no vas a volver jamás por razones no ofensivas. No para ti, al menos. Creo probable que entre quienes te quisimos la mayoría sienta una especie de dolor de caballo emocional o un golpe en lo equivalente al hígado del espíritu (que no del alma, que me parecen cosas harto distintas) por escribir esto. A dichos queredores sí extiendo mis disculpas pero espero sepan que no pretendo que te desquieran, me desquieran ni menosprecio su distinguidísima (aunque no empatemos) postura ante tu partida hace justo 2 años y 12 horas. Empecé a escribir la carta hace mes y medio (era el día 16 del segundo mes del año 16) pero por una u otra razón tardé hasta hoy para acabarla (siendo una u otra razón el no sentarme a escribir y punto).
Decía yo, pues, que quisiera pedirte que ya no vengas más pero mejor será que ni siquiera escuches lo que dije. Y si en verdad no me escuchas (oj-alá sea el caso), supongo que más probable es que no vengas y es mejor. Estaré interminablemente feliz de saber que a nadie oyes y a nadie ves. Lejos, en algunas estrellas invisibles (esas que no vemos pero que ya son; debe haber muchas) seguro es un buen lugar para olvidar La Tierra. Puede ser difícil que la Tierra es un país muy grande pero podrías olvidar, de a poco, el exceso de sal en el desayuno o al pobre alacrán que picó tu meñique en ese baño muy alto y muy oscuro de una casa que insiste en esconderse en el aire. Podrías olvidar las letras, su orden i eskrrihbirr zin khui. Dado al-guhno. De cualquier forma casi nunca fueron tu mayor preocupación. Hasta las cucarachas de todo tipo podrías pasar por alto aunque sean tantas y eso, si me escucharas o las recordaras, te gustaría.
Así como el mundo habrá de olvidarte, espero que olvides al mundo y te vayas muy, muy lejísimos, o muy altísimo o muy dentro. ¿A qué dirección apunta una brújula que no podemos imaginar? Difícil de pensar esa pregunta pero me gusta. Creo que es una bonita pregunta. Pero sí vete y no me escuches, ni me leas, ni me recuerdes. Sigue más allá de toda memoria, de todo anhelo por tus abrazos, o tu voz de viento dulce. Quiero que seas inalcanzable. Quiero que ya no escuches ruegos ni promesas. Que este absurdo textual de máquina lo esté ejerciendo con pura inutilidad. Nunca leas esto y síguete yendo muy lejos sin hacerme caso.
Siento que hace mucho el reloj de arena invisible echó a andar de cabeza; muchísimas cosas han pasado: muchos niños, muchos ancianos, muchos buches de café. Así de a poco un día tendré más tiempo del no-conocerte que del tiempo en que te conocí. O quizás no. Y quizás el año de la vuelta y me den, como a ti, la oportunidad de ser olvidado y olvidarlo todo de nuevo.
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