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Mostrando las entradas de septiembre, 2013

Sol de medianoche

El futuro se diluye burbuja a burbuja respirando el polvo y la carroña. El futuro salta el futuro grita por existir en una tierra sin tiempo. El futuro no cae maduro, se retuerce entre las hojas del desierto y aulla su libertad de cadenas rústicas, navega entre la sal de la calle porque jamás repara en la lluvia. Nunca voltea a las sombras que teme arranquen su corazón de niebla y se echa con las serpientes para olvidar el día que lo tomaron por verdad. Aquél día de rincón silencioso en que no volvió a amanecer.

Amanecer

En el fondo, en lo más hondo yace inmóvil el Sol. Se recuesta de frente a las piedras del cielo y ve con ojos ciegos el polvo y la mugre de los hombres. Su danza eterna termina; el hambre satisfecha de vacío; su velo de nubes ahora es silencio.

Deva (Génesis 1:2)

Escogí un lugar perfecto para morir: el día nueve. Los días nueve nunca se termina el mundo y por eso es bueno continuar muriendo (vivir se puede hacer cualquier otra noche). Concientemente me retiré de la vida y de los brazos fuertes, de los hombros, de los ojos mirando las estrellas. Me retiré, un paso a la vez, del aire viendo de frente mientras mis pies andaban solos sin jardín del Edén. Descubrí que moría cuando di vuelta a la llave y miré dentro de la noche respirando un viento nuevo. Estaba muerto ya cuando entró la tierra a mi s pulmones y vi la luz apagar mis ojos mientras las olas olvidaban la arena.