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Mostrando las entradas de agosto, 2013

El abedul

No hay sábanas de flor en las nubes de tormenta a veces hay rostros, y tinieblas y promesas de montañas frescas, ríos marchitos y mares de pasto tallado en la piedra bajo los soles. Cuando el aire es bueno pinta los ojos de alumbre o de oro, o de fierro o también de cobre porque la miel de los árboles es escarlata sobre todo en las noches de mi memoria. Se ve, a todas luces, que hay un murmullo en las sombras que permean los granos de la tierra y del fuego porque la lumbre es llama pero también es miedo y el miedo puede medirse en relojes de arena. Entre el roble y las hayas hay un rincón marchito por donde se cuela el vino de las estrellas y pasan rodando el romero o la menta cada vez que sueña la muerte entre mis dedos.